Uno, dos, tres vodkas pasan por mi tráquea sin problema, el cuarto ya empieza a raspar y el quinto ya hace eco en mis sentidos. ¿Cuánto tiempo llevo aquí, quiénes son estos extraños y por qué carajos los llamo amigos? A lo lejos veo a la chica de mis sueños besarse con el chico de sus sueños, todos parecen encajar con alguien menos yo. Me siento en la barra y le hago señas al cantinero, le pido 4 más y a la hora de cobrar la cuenta le muestro mi gafete, mi papá es el dueño del lugar y a mi no me cobran las bebidas. Me sirven y le hablo a Pato, mi mejor amigo, para que me acompañe con un shot. Ya ni siquiera lo siento. Decido regresar al baño para, de una vez por todas, entrar en calor y armar el desmadre. Con un sólo movimiento de cabeza le digo a mi escolta que me espere afuera del baño, es el de hombres y casi no hay nadie, todas las puertas están abiertas y los inodoros están repletos de vómito, «Vaya fiesta» Pienso.
Extraigo de mi bolsa un sobre con polvo y con cuidado pongo un poco en el lavabo.
«Llegó la hora de darnos en la madre. » Con mi gafete armo una línea y sin pensarlo dos veces inhalo con fuerza. Inmediatamente siento la descarga de adrenalina y me empieza a doler todo el cuerpo. Es hora de comenzar.
Salgo y ahora toda esa gente tan ajena me parece tan cercana, después de unas líneas todos somos amigos. El beat de la música hace retumbar cada parte de mi cuerpo, comienzo a bailar.
Flashbang comienza a sonar y de pronto todo el mundo se empieza a juntar, se me pega una muchacha no muy alta pero no muy chaparra, lo único que percibo es su olor a fresa, mis sentidos no están en su mejor momento así que decido seguir bailando y continuar acercándome. Mis brazos empiezan a dar un alargue extra y ahora mis manos se encuentran en su vientre, ella no se inmuta, continúo acercándome y pongo mi boca en su cuello, lo beso, parece gustarle. De pronto, me toma de la mano y me lleva a otro lugar, vuelvo a hacerle señas a mi escolta y le digo a mi bella acompañante.
—Ven, vamos a un lugar más privado— No recibo respuesta, pero su cuerpo viene conmigo.
Nos vamos directo a los baños de los empleados, hago que cierren la puerta y ahí es cuando logro ver, a contra luz, su rostro. No sé de qué color son sus ojos, ni distingo su color de piel, pero aún así me abalanzo sobre ella y la beso en los labios y comienzo a desabrochar su pantalón y a quitarle la blusa. « ¿Cómo es posible que alguien tan hermosa no se sienta como tal y esté aquí, regalándose al mejor postor? » Reflexiono pero eso no me detiene y continúo explorando su cuerpo. Ella comienza a quitarme el cinturón y se encarga meticulosamente de cada uno de los botones de mi camisa. Me dejo llevar por el momento y sigo mi paseo por su ser. La tomo de la cintura y la siento en una especie de mesa, mi boca transita por los lugares más recónditos de su cuerpo, escucho sus jadeos y paseo por su sexo, un paseo inmoral, ella me pide más de modo que procedo a quitarle lo que le queda de ropa. Me toma del pelo y me pone en su pecho, sus muslos me aprietan como se aprieta a algo que no se quiere dejar ir nunca.
— ¿Traes condón? — me pregunta con las palabras ahogadas en gemidos y respiraciones a destiempo.
— Sí—Miento. Esto parece nunca terminar, no quiero que termine.
De pronto, siento como algo atraviesa mi pecho, siento verdaderamente la sangre hervir, decido tomarme el pecho, me encuentro con borbotones de sangre que emanan de él, volteo a ver a la chica que ahora me observa con un ceño coqueto y retador, me ha tendido una trampa. Caigo al piso y lo último que veo es como vuelve a colocarse su ropa interior y se alista para dejar el lugar. ¿Dónde carajos está mi escolta? Mi vista se empieza a nublar, no puedo ni siquiera gritar. Me parece ver a Pato entrar, lo escucho pedir ayuda desesperadamente pero es demasiado tarde, la fiesta se ha terminado.