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Mojarse nunca valió tanto la pena.
El surrealismo de la primera salida siempre es adictivo,
jamás podrías cansarte de un sentimiento que se te impregna tanto a tu ser, que
hace que cada uno de tus músculos se contraigan y te llenen de miedo y ansiedad
por ver a esa persona.
Lo último que quería era llegar tarde, pero ese surrealismo
me hizo llegar casi 40 minutos después de lo acordado a pesar de todo lo que
corrí. Evidentemente llegue al lugar fatigado e incluso con ganas de decirle
que mejor nos viéramos otro día, que esto no podría ir peor, pero todo ser
borró de mi mente en cuanto contemplé sus oyuelos a una distancia considerable,
no podría observar otra parte de ella, sólo recuerdo su camisa roja con cuadros
negros y su cara de incredulidad al ver a alguien tan empapado. Fue en ese
instante en el que me di cuenta que lo único que quería hacer a partir de ese
momento era única y exclusivamente ver sus hoyuelos, tocar sus hoyuelos…besar sus hoyuelos.
Cuando creí que lo mejor de este planeta eran sus hoyuelos,
escuché por primera vez su tono de voz y quedé tan impactado como niño en su
primer día de escuela, no sabía que decir, cómo decirlo, ni mucho menos que
tono usar en cada situación. Tomé asiento y también su café para tratar de
calentar mis manos, no podía pensar ni tampoco dejar de escurrir agua por todos
lados, trataba de fijar mi mirada en la suya, pero sabía que me encontraría en
desventaja, pues mis ojos son los primeros que me delatan cada que tengo
sentimientos por alguien...y ella era ese alguien. Le di un sorbo a su café y comenzó una plática
de todo y nada a la vez, risas, golpes, retos, regalos, un sinfín de cosas que
ocurrieron en el transcurso de una hora y media. “Tengo ganas de abrazarte,
pero no quiero” me dijo mientras seguía contemplando mi ropa mojada. No supe
qué decirle, pues seguía perdido en su rostro, de modo que me levanté de mi
asiento y espere a que ella también lo hiciera. Nos abrazamos. Tenía mucho
tiempo sin sentir una conexión tan grande con alguien, no quería dejarla ir, no
quiero dejarla ir jamás, quiero estar con ella todo el tiempo, quiero oír sus
problemas y tratar de encontrar una solución juntos. Pude crear una historia
juntos mientras caminábamos rumbo a su casa, sentí un vacío enorme en cuanto
cerró la puerta y emprendí mi camino a casa, había sido la mejor tarde en
años, fue como ver todo lo que estaba esperando sentada enfrente de mi, platicando conmigo por una hora y media. No puedo esperar a volver a verla,
quiero volver a perderme en los hoyuelos de Natalia.
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