miércoles, 17 de octubre de 2012

Comercial

—¿Qué haces aquí?
—Lo mismo que tú, comprando.
—Solíamos comprar aquí, ¿Recuerdas?
—¡Claro que lo recuerdo!
—Bueno, que estés bien, ojalá nos veamos...pronto.

Ella salió de ahí y se dirigió a otra parte del centro comercial y se vio con su novio 30 minutos después.
Por su parte, él, él comprobó que las más grandes palabras de amor están entre dos gentes que no se dicen nada y siguiendo las prescripciones de la moral en turno, se recetó tiempo, abstinencia, soledad.
Siguió su camino con la seguridad de que tarde que temprano encontraría a una mujer que lo quisiera tanto como el la querría a ella, serían felices un tiempo indeterminado pues era consiente que a sus 23 años el "por siempre" era sólo una utopía. Dobló en la siguiente esquina, seguía maquinando pensamientos inimaginables, pensando, pensando en ella, esa persona que lo haría feliz y decidió dejar de hacerlo y enfrentar la balacera que es la vida de frente y esperar pacientemente a la persona indicada. ¿Qué otra cosa puede hacer?

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