miércoles, 7 de noviembre de 2012

Universitario.

Él era periodista, ella estaba por terminar su carrera en ingeniería civil. Ambos corrían por la Av. Insurgentes Sur, él traía el periódico del día y ella unos planos. Sin fijarse, abordaron el Metrobús de Nuevo León al mismo tiempo y por la misma puerta, ambos hicieron el típico contacto visual del Transporte Público, o sea, un sutil escaneo de la persona que se encuentra enfrente.
Él alcanza a ver en su porta planos una calcomanía de los Pumas y ahí empieza la plática.
—¿Eres universitaria? Preguntó él
—¡Claro! ¿Te refieres a que si estudio en C.U, cierto?
—Así es, es que yo también estudio ahí.
¿Qué tanto le puede importar a un escritor las cosas de una ingeniera y viceversa?
Quizás era el basto léxico de él o la entrega y pasión de ella, lo importante es que él se encontraba seducido por ella tanto como ella por él.
Bajaron en la estación Ciudad Universitaria, él caminaría a su facultad, ella esperaría el PumaBus. ¿Eran el uno para el otro? Quizás tú creas que sí, que el periodismo se complementa perfectamente con la ingeniería, pero el escritor y la ingeniera indirectamente sabían era que sus mundos estaban inmensamente distantes del otro y a sí mismo, no encajaban el uno en el otro.
Ella abordo el PumaBus, él camino y en punto de las 8:00am llegaron a sus respectivas facultades para continuar con su realidad.

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