viernes, 18 de enero de 2013

Náufrago

PARTE SEIS.
 
Última parte.


— ¡¿Bueno?! — Atendió el teléfono un tímido y cansado Raúl.
— ¿Ya tienes el dinero? Dime la verdad, para no verme en la necesidad de trasladarme en vano.
— Necesito más tiempo…
— ¡¡Ya habíamos hablado de eso, cabrón!! ¡¿Cuánto juntaste?!
— $350,000
  Uy, eso es muy poco, te lo advertí, pendejo. — En ese momento pusieron a Sofía al teléfono — Dile tus últimas palabras a tu papi.

Sofía no logró hilar siquiera un par de palabras, sus palabras se confundían entre su llanto y sus gritos, Aranza y Raúl sólo estaban expectantes. De pronto, Raúl empezó a oír un sonido muy parecido al de una silla, cuando de pronto el secuestrador le gritó a sus cómplices.
— Amárrenla ahí. ¡Pero rapidito cabrones!
Aranza suplicaba por una prorroga, juraba que tendría el dinero. No tuvo respuesta. El secuestrador se acercó a la bocina por última vez.
—Se los advertí a ambos, yo no me ando con jueguitos, su hija no es un juego. — Sacó su pistola y la cargó.
Raúl y Aranza no dejaban de llorar cuando de pronto el secuestrador tiró del gatillo. Al oír ese tremendo disparo, miles de imágenes pasaron por la mente de ambos, recordaron todos los festivales a los que no asistieron por cuestiones de trabajo, todas las horas de estudio a las que se rehusaron argumentando cansancio. Las lágrimas no cesaban, su hija había partido ya, se las habían arrebatado.  Raúl y Aranza se fijamente y se fundieron en un abrazo.
La pareja había asumido ya su conciencia de náufragos.
— ¿En dónde estamos?
La voz grave de Raúl le contestó a su esposa:
— En los más profundos infiernos.

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