PARTE DOS.
Raúl tenía razón, ese día una manifestación de estudiantes cerraría el Zócalo por completo, pero gracias a sus previsiones llegó a tiempo a su trabajo. Desde que pisó la oficina, Raúl sintió una especie de mala vibra, como si algo muy terrible hubiera pasado. Inmediatamente acudió a Olivia, su asiste.
—¿Qué sucede?
Olivia, fría como de costumbre le contestó:
—Es el gerente, Lars murió esta mañana, no sabemos que hacer, sólo nos han dicho la fecha de su velorio y que a partir del próximo Lunes el nuevo gerente estará aquí.
—¡No me digas eso, Olivia! Es una pena, él era un gran gerente, a él le debo mi puesto, ojalá pueda ir al velorio.
Triste, Raúl terminó su jornada laboral como cualquier otra, salió de su oficina un poco más tarde de lo habitual y se dirigió a su casa, al llegar, le dijo a Aranza la triste noticia.
El Sábado fueran al velorio de Lars y estuvieron parte del domingo en su cremación.
Eventualmente llegó el lunes y con él empezaron las malas noticias, el nuevo gerente era alemán, su nombre era Adolf, tenía 45 años y un hijo recién graduado de la universidad de Yale como LRI, la misma profesión de Raúl. Miroslav, el hijo del nuevo gerente no había trabajado nunca y su padre había tomado la decisión de ponerlo en cualquier puesto en donde pudiera desenvolverse, y así fue como ese mismo lunes, Raúl Sabines fue despedido y su lugar fue tomado por Miroslav, el hijo del gerente.
¿Qué iba a hacer Raúl? Él más que nadie sabía lo difícil que era encontrar un trabajo en el México actual, en el México de la escasas oportunidades. Pasar de creer que la vida no te ofrecería más ver como la vida misma te quitaba todo. Su liquidación lo ayudaría a vivir uno o a lo mucho dos meses más ¿Pero después qué? No podría pagar más las colegiaturas de sus hijos, mucho menos le podría dar el mismo sueldo a sus empleados, no más carros, no más esposa en la cada, no más chofer, no más lujos. Tendría que empezar de cero, desde abajo, comprar una casa modesta y sólo tener un carro, el cual tendría que manejar él, su hijos tendría que aprender a usar el transporte público y por sí fuera poco, Aranza, su esposa, tendría que regresar a trabaja después de casi 20 años de no hacerlo.
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