Comienzas a llorar y decides poner música en tu iPod para distraerte, pero el aleatorio no ayuda.
—¿Por qué te fuiste?—Piensas y sin importar la hora, la llamas, pero la llamada entra al buzón.
Continúas expectante en tu habitación hasta que el ocio te vence y prendes un cigarro y vuelves a llamarla obteniendo el mismo resultado. Te hartas y avientas el celular lo más lejos posible.
—¿¡Por qué me hiciste esto, Natalia?!—Susurras mientras tu voz se quiebra—¿¡POR QUÉ!?
4:44am y tú sigues sin poder conciliar el sueño, ni parar de llorar, todo el mundo parece demasiado desinteresado en tus problemas que decides empezar a golpear la pared de la impotencia, tus nudillos sangran pero no sientes dolor alguno. A lo lejos escuchas algo sonar, es tu celular que está en algún lugar de tu habitación, buscas entre las sábanas hasta que lo encuentras.
«¿Qué clase de persona llama a éstas horas, por Dios?» Piensas molesto, mientras ves la pantalla de tu celular. Es ella. Entras en pánico, pero es un vago instinto el que te hace contestar.
—¿Bueno?
—Te extraño.
—Yo también...
Por un instante puedes verla, sentirla, tocarla, puedes oír su voz, besarla, pero ese instante se esfuma en cuanto ella cuelga el teléfono sin razón aparente. Destrozado, te recuestas en tu cama y te das cuenta que ella ya se ido, Natalia te ha olvidado y ya no queda nada por hacer.
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