domingo, 21 de julio de 2013

Irreversible.

                       PARTE DOS. 

"Mamá, llevo 10 minutos esperando. ¿En dónde estás?" Le mando el mensaje y a los pocos minutos veo a Sergio y a ella cruzar por la puerta y les hago señas para que se acerquen a mi mesa. 
—Perdón por la tardanza, tuve que ir a hacer una cosas. 
—Sí, no hay cuidado. ¿Quieren la carta? 
—No, hijo, gracias. ¿Tú ya ordenaste? 
—No, los estaba esperando.—Llamo al mesero para que nos atienda. Nos deja el menú y cinco minutos después llega a pedirnos la orden. 
—¿Qué va a querer? 
—Un café americano, por favor.—replico. 
—Perfecto. ¿Y para la pareja? 
—Así estamos bien, gracias.—contesta Sergio.—El mesero deposita su libreta en su mandil y se marcha. 
El silencio más incómodo se apodera de la mesa y es entonces cuando llega mi café, incluso el mesero logra percibir la tensión de la mesa y se apresura en irse. 
—Bueno, ¿Qué nos trajo aquí, van a hablar o no?—rompo el silencio. 
—Veo que estás muy desesperado por saberlo, no sé por qué la insistencia pero bueno.—Mi mamá contesta, al mismo tiempo pone sus codos en la mesa y me mira fijamente a los ojos. Por su parte, Sergio, se recarga totalmente en el respaldo de su asiento.—Tu papá y yo éramos muy felices juntos, nuestro proyecto de vida estaba muy bien estructurado, al menos así lo veía yo. Nos casamos cuando ya vivíamos juntos y me embaracé de ti al poco tiempo de casados. Todas las mujeres dicen que los hombres se acobardan a la hora de tener un hijo, pero él se veía fuerte, convencido hasta que un día no me pudo acompañar a uno de los ultrasonidos, mi mamá tuvo que ir conmigo. Al regresar lo encontré en nuestra cama con otra mujer. Increíblemente me hice de la vista gorda, salí a hurtadillas de nuestras casa. Lloré, me sentí como una estúpida, después de varias horas, decidí  regresar y enfrentarlo, pues después de todo quería hacer una familia con él, pero cuando llegué al departamento, sus cosas ya no estaban, se había ido. No dejó ninguna nota, me había abandonado. Lo único que hacía salir adelante eras tú, Ricardo.—Mi mamá no pudo contener las lágrimas, Sergio sólo me veía con ojos de reproche—Espero nos perdones, sé que hicimos mal al no decirte, pero es algo que me duele muchísimo. 
Mi mamá no pudo más y fue a pagar su cuenta, ni siquiera de despidió. 
«Ahora sí estoy solo» Pensé.
                          •••
Ella le amarró la corbata y le dio el último beso antes de que él regresara al trabajo. Eran casi las tres de la tarde y debía de estar en la oficia desde hacia 30 minutos. 
«¡Wow, cuánto se puede hacer en media hora!» Pensó, ilusa. 
—No puedo esperar a verte otra vez, Nicole. 
—Esto se tiene que acabar tarde o temprano.
—Pero no quiero que se acabe, tú misma sabes que no quieres que se acabe. 
—Sabes muy bien que nos estamos equivocando, historias como estas no tienen finales felices. 
—Conozco perfectamente el lío en el que me estoy metiendo, no quiero dejarte ir.—Él le dio un beso en la frente y dejó el lugar para regresar al trabajo. 
                              •••

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