PARTE CINCO.
Han pasado dos semanas desde la última vez que salí a la
calle, vivo enclaustrado tratando de aprenderme a la perfección los documentos
que me trajo Saúl. Nicole ha llamado diario, a veces pienso que debí
contestarle desde la primera vez que llamó, pues ahora ya debe de tener más que
ensayada su estúpida excusa. ¿En serio
tiene excusa para lo que me hizo? Creo que no, jamás lo sabré, se ha ido de mi
vida y no tengo intenciones de que vuelva. Sólo salgo al baño y para buscar
comida en la alacena, no he entrado en contacto con nadie del exterior, me da
miedo salir y ver que el mudo no se detiene por nadie, mucho menos por mi. Ya
van a dar las ocho y Saúl no llega, es miércoles y antier alegó que tenía
muchísimo trabajo, algo debe andar mal. Ya tengo varios cosas de documentos
grabadas, esto va a salir a la perfección, el único problema sería crear la
credencial que me acredita como trabajador de la empresa.
Saúl entra al departamento a eso de las diez, yo estoy en mi
cuarto y él toca la puerta, definitivamente algo anda mal.
—Hola, flaco, ya llegué—asoma la cabeza por la puerta.
—Qué bueno, ¿Cómo te fue? Pásate.
—Pues en lo que cabe, bien, pero pasó algo muy feo hace
rato.
—¿Quién se murió o qué?—replico.
—He habló Villar, lo corrieron de la chamba. Hubo recorte de
personal.—Un silenció inundó la habitación, no supe ni qué contestar, sólo me
le quedé viendo fijamente a los ojos e hice lo mejor que sé hacer; Fingir.
—No inventes, qué poca madre ni modo por él, se veía contento.
—¿Y tu papá qué pedo?
—Ay, papá, ya habrá otra forma de contactarlo, no hay
bronca.
—¿Pero todo bien, hermano?
—Sí, hombre, no te preocupes. — Saúl cerró la puerta y se
fue a dormir, sigo en silencio, atónito. Todo se fue para abajo, ya no tengo
nada, mi mamá no me quiere volver a ver, y mi papá real ni siquiera sabe que
existo. Suena el teléfono, es Nicole llamándome por enésima vez en la día,
estoy hecho trizas y después de todo lo que me ha pasado no me vendría mal oír
todo lo que ella tiene que decir para que de una de vez por todas me quede
completamente solo.
Le contesto y antes de que yo pueda contestar ella me
implora que por nada del mundo le vaya a colgar. Contesto con un aguado “ajá” y
la dejo hablar.
—Ricardo, sé que hice mal. No sé en qué estaba pensando, te
amo, de verdad lo hago, sé que esto va a sonar muy vulgar, pero hay algo bueno
en todo esto—no puedo evitar soltar una pequeña risa burlona—ya sé que piensas
que soy una puta. Y quizás tengas razón, pero sólo quiero que sepas que el güey
con el que me encontraste es el hijo de tu papá…tu medio hermano y que lo vi
hoy para que te agendara una cita con su papá, tu papá y a regañadientes
accedió. El señor Martínez te espera en su oficina en dos días. —Ella se quedó
callada, esperando un agradecimiento mío, pero éste no llegó. Pedí la dirección
de la oficina y colgué. «En la vida
quiero volver a saber de este vieja» Pensé.
Esa noche no dormí. No sé por qué, estaba agotadísimo,
quizás fue el dolor de cabeza que venía arrastrando desde hacía dos días o sólo
era el terror que me causaba conocer a mi verdadero padre. ¿Qué pensará al
verme? El solo pensar en su reacción al saber que quería verlo me hacía
temblar. Ya sólo era cuestión de esperar.